“Antes de que caigas en un desorden total, tendrás que aprender a vivir de otra manera” (Alan Sparhawk & Mimi Parker, Disarray)
Quien hubiera asegurado que Low, el trío de Minnesota que se encargó de fundar un nuevo estilo en los 90’s conocido como Slowcore y caracterizado por las composiciones tanto minimistas como depresivas seguiría haciendo música 25 años después. Pero he los aquí, en pleno 2018 y sonando más arriesgados que nunca.
“Double Negative” es la tan anticipada obra número 12 de la agrupación, y digo anticipada porque en mucho tiempo no se había creado tanta expectación por un lanzamiento de ellos como se dio en este año. Mucho tuvieron que ver los impactantes singles que se fueron expandiendo gracias a los boca en boca (o texto en texto por internet) por lo bien y sobre todo innovadores que sonaban.
Ese “nuevo sonido” tenía un responsable, se trataba de BJ Burton un productor e ingeniero de sonido que trabajara con unos (se abre sarcasmo ) desconocidos llamados James Blake, Francis & The Lights y sobre todo con el irrecordable personaje llamado Bon Iver (se cierra sarcasmo), con quien nos encandiló allá por el 2016 con “22 A Million”, disco al que le debe mucho esta nueva propuesta de Low.
Si Justin Vernon se paso del folk montañés a la electrónica ambient/dubstep creando un estilo bastante atractivo, Low aquí se pasa de su tradicional slowcore a un noise/dubstep o glitch pop, ingeniando un sonido bautizable como “slownoistep”(sí, no lo pensé mucho) del que muy pocas veces hayamos escuchado algo que se le parezca.
Nomás tenemos que empezar dándole una oída a la pista que abre el disco, “Quorum” para darnos cuenta que esto es algo nuevo. De repente en los segundos inaugurales una distorsión va recorriendo en círculos alejando y acercándose en tus oídos mientras uno rápidamente se saca los auriculares para golpearlos o revisar si algo falla, pero no, (por suerte) no es así. Es ahí cuando aparecen las voces de Alan Sparhawk y Mimi Parker para demostrarnos que esto nada más se va a poner genial. Ya como su nombre lo indica, esta canción experimental es una crítica al gobierno estadounidense, y muchos interpretan que ese es el tema central del disco,que va dirigido a Trump, pero yo no me voy a enfocar en eso sino en lo netamente musical que el lo importante, por lo menos aquí lo es.
Sin darnos cuenta pasaron más de 3 minutos y ya estamos en la pista segunda como por arte de magia. Guiado por potentes golpes de un tambor “Dancing and Blood” suena como a un momento de procesión, bastante cinematográfico por cierto, en donde nos quedamos completamente hipnotizados por la voz de la hoy señora Parker. La canción finaliza con un extenso pero excitante sonido ambient que a más de uno le puede hacer acordar a los veteranos Swans en The Seer, a ver niéguenmelo.
Con “Fly” canción que continúa unida a la anterior formando una suite inaugural tremenda, nos insertamos en la accesibilidad y a la remembranza de los viejos tiempos de la banda que hoy además de sonar intacta lo hace de forma renovada. Un tema que se acerca más al soft rock y cuyas melodías vocales podrían haber sido de la de un hit disco en el pasado. Me encanta los momentos como de quiebre electrónico que tiene al final que son muy reconocibles en la producción de Burton.
Un órgano escoltaoo por una distorsión discotequera nos da la bienvenida a la “Tempest” un tema donde resalta un curioso vocoder que inevitablemente nos lleva al espacio exterior y que se encuentra pegada a “Always Up”, otro tema cuya participación del órgano es más protagonista, creando un clima ensoñador mientras el dúo de vocalistas de encargada de las dosis de emotividad.
Les sigue la imponente “Always Trying to Work It Out” una pieza con fuertes bajos que recuerdan al dubstep y repite la técnica de “alejarse y acercarse” que me encantó en los auriculares y que luego pasa por una sofocante marea de distorsiones para terminar nuevamente en ese estribillo tan encantador y cuasi religioso que repite “Always trying to work it out (Work it out)”. “The Son, The Sun” en cambio actúa como interludio ambient haciéndonos imaginar que estamos en una sombría expedición en los más oscuro y profundo de la galaxia.
“Dancing and Fire” y sus guitarras que recuerdan al querible Jeff Buckley ponen por primera vez un toque limpio y folkie al disco en un tema que se va acrecentando a medida que llega a su final y que bien podía cuadrar en el Kid A de Radiohead por lo que podemos escuchar. En cambio “Poor Sucker”, puede que si no recuerde a los experimentos de Kate Bush te lo hará recordar a los suecos de The Knife, un tema que roza lo sensual nos van llevando hacia la parte culminante del álbum con mucha intensidad cargada ya en la mochila.
La colosal “Rome (Always In The Dark)” hace su aparición como un rock épico como lo hacían Mercury Rev o Flaming Lips pero igualmente digamos este suena también a ese pop prefabricado para películas como “50 sombras” firmadas por Tove Lo, así que como que le quita un poco su encanto otra vez (junto a su innecesario video).
“Disarray”, el sencillo principal del trabajo pone el punto culminante presentándonos inquietud y belleza a la vez. Golpes como de unos teclados “hechos mierda” tocados de manera sincronizada a lo Kraftwerk y nada más bastan para mantenernos en trance con la canción que si no fuera por el minimalismo desbordante sería un hit popero perfecto, en cuyos “Ohhh” podemos encontrar como un fuerte abrazo que nos están dando, algo con el que el disco ya nos venía amagando en el transcurso pero se rompe de una vez en este final. Simplemente brillante.
“Double Negative” es sin dudas y de momento el disco más fascinante que escucharán en este 2018, en donde podemos presenciar a unos músicos de una trayectoria de ya un cuarto de siglo experimentar como jovenes (y justo hoy es día de la juventud, qué bonito) con algo que venían coqueteando en años anteriores, la electrónica. Este disco es como la confirmación de esa relación, es un “mira, como nos amamos”.
Es un material para escucharlo en su totalidad sin pausas, porque es un mundo a la cual hay que sumergirnos primero por lo que requiere de oídos pacientes. Sin embargo, critico algunos momentos que resultan un poco “densos” o en donde simplemente la inspiración no estuvo tan efectiva (Ahi estas tú "Rome") y que al hacerse extensas pueden hacerte perder el interés en el disco mientras lo sigues escuchando. Pero que se corrigen, obviamente con más escuchas.
Y ojo, que como dije anteriormente, este disco también puede ser el inicio de la creación de otro estilo. por qué no, así que además de estar ante uno de los discos del año también podemos estar en un trabajo que puede ser muy influyente el día de mañana. Quién como los Low.
1. Quorum (9)
2. Dancing and Blood (8,5)
3. Fly (9)
4. Tempest (8,5)
5. Always Up (8)
6. Always Trying to Work It Out (8,5)
7. The Son, the Sun (-)
8. Dancing and Fire (8)
9. Poor Sucker (8)
10. Rome (Always in the Dark) (7)
11. Disarray (9,5)
Especial para: Cuando tengas más de 48 minutos y quieras sentir algo que no habías sentido antes (algo agradable)
Quien hubiera asegurado que Low, el trío de Minnesota que se encargó de fundar un nuevo estilo en los 90’s conocido como Slowcore y caracterizado por las composiciones tanto minimistas como depresivas seguiría haciendo música 25 años después. Pero he los aquí, en pleno 2018 y sonando más arriesgados que nunca.
“Double Negative” es la tan anticipada obra número 12 de la agrupación, y digo anticipada porque en mucho tiempo no se había creado tanta expectación por un lanzamiento de ellos como se dio en este año. Mucho tuvieron que ver los impactantes singles que se fueron expandiendo gracias a los boca en boca (o texto en texto por internet) por lo bien y sobre todo innovadores que sonaban.
Ese “nuevo sonido” tenía un responsable, se trataba de BJ Burton un productor e ingeniero de sonido que trabajara con unos (se abre sarcasmo ) desconocidos llamados James Blake, Francis & The Lights y sobre todo con el irrecordable personaje llamado Bon Iver (se cierra sarcasmo), con quien nos encandiló allá por el 2016 con “22 A Million”, disco al que le debe mucho esta nueva propuesta de Low.
Si Justin Vernon se paso del folk montañés a la electrónica ambient/dubstep creando un estilo bastante atractivo, Low aquí se pasa de su tradicional slowcore a un noise/dubstep o glitch pop, ingeniando un sonido bautizable como “slownoistep”(sí, no lo pensé mucho) del que muy pocas veces hayamos escuchado algo que se le parezca.
Nomás tenemos que empezar dándole una oída a la pista que abre el disco, “Quorum” para darnos cuenta que esto es algo nuevo. De repente en los segundos inaugurales una distorsión va recorriendo en círculos alejando y acercándose en tus oídos mientras uno rápidamente se saca los auriculares para golpearlos o revisar si algo falla, pero no, (por suerte) no es así. Es ahí cuando aparecen las voces de Alan Sparhawk y Mimi Parker para demostrarnos que esto nada más se va a poner genial. Ya como su nombre lo indica, esta canción experimental es una crítica al gobierno estadounidense, y muchos interpretan que ese es el tema central del disco,que va dirigido a Trump, pero yo no me voy a enfocar en eso sino en lo netamente musical que el lo importante, por lo menos aquí lo es.
Sin darnos cuenta pasaron más de 3 minutos y ya estamos en la pista segunda como por arte de magia. Guiado por potentes golpes de un tambor “Dancing and Blood” suena como a un momento de procesión, bastante cinematográfico por cierto, en donde nos quedamos completamente hipnotizados por la voz de la hoy señora Parker. La canción finaliza con un extenso pero excitante sonido ambient que a más de uno le puede hacer acordar a los veteranos Swans en The Seer, a ver niéguenmelo.
Con “Fly” canción que continúa unida a la anterior formando una suite inaugural tremenda, nos insertamos en la accesibilidad y a la remembranza de los viejos tiempos de la banda que hoy además de sonar intacta lo hace de forma renovada. Un tema que se acerca más al soft rock y cuyas melodías vocales podrían haber sido de la de un hit disco en el pasado. Me encanta los momentos como de quiebre electrónico que tiene al final que son muy reconocibles en la producción de Burton.
Un órgano escoltaoo por una distorsión discotequera nos da la bienvenida a la “Tempest” un tema donde resalta un curioso vocoder que inevitablemente nos lleva al espacio exterior y que se encuentra pegada a “Always Up”, otro tema cuya participación del órgano es más protagonista, creando un clima ensoñador mientras el dúo de vocalistas de encargada de las dosis de emotividad.
Les sigue la imponente “Always Trying to Work It Out” una pieza con fuertes bajos que recuerdan al dubstep y repite la técnica de “alejarse y acercarse” que me encantó en los auriculares y que luego pasa por una sofocante marea de distorsiones para terminar nuevamente en ese estribillo tan encantador y cuasi religioso que repite “Always trying to work it out (Work it out)”. “The Son, The Sun” en cambio actúa como interludio ambient haciéndonos imaginar que estamos en una sombría expedición en los más oscuro y profundo de la galaxia.
“Dancing and Fire” y sus guitarras que recuerdan al querible Jeff Buckley ponen por primera vez un toque limpio y folkie al disco en un tema que se va acrecentando a medida que llega a su final y que bien podía cuadrar en el Kid A de Radiohead por lo que podemos escuchar. En cambio “Poor Sucker”, puede que si no recuerde a los experimentos de Kate Bush te lo hará recordar a los suecos de The Knife, un tema que roza lo sensual nos van llevando hacia la parte culminante del álbum con mucha intensidad cargada ya en la mochila.
La colosal “Rome (Always In The Dark)” hace su aparición como un rock épico como lo hacían Mercury Rev o Flaming Lips pero igualmente digamos este suena también a ese pop prefabricado para películas como “50 sombras” firmadas por Tove Lo, así que como que le quita un poco su encanto otra vez (junto a su innecesario video).
“Disarray”, el sencillo principal del trabajo pone el punto culminante presentándonos inquietud y belleza a la vez. Golpes como de unos teclados “hechos mierda” tocados de manera sincronizada a lo Kraftwerk y nada más bastan para mantenernos en trance con la canción que si no fuera por el minimalismo desbordante sería un hit popero perfecto, en cuyos “Ohhh” podemos encontrar como un fuerte abrazo que nos están dando, algo con el que el disco ya nos venía amagando en el transcurso pero se rompe de una vez en este final. Simplemente brillante.
“Double Negative” es sin dudas y de momento el disco más fascinante que escucharán en este 2018, en donde podemos presenciar a unos músicos de una trayectoria de ya un cuarto de siglo experimentar como jovenes (y justo hoy es día de la juventud, qué bonito) con algo que venían coqueteando en años anteriores, la electrónica. Este disco es como la confirmación de esa relación, es un “mira, como nos amamos”.
Es un material para escucharlo en su totalidad sin pausas, porque es un mundo a la cual hay que sumergirnos primero por lo que requiere de oídos pacientes. Sin embargo, critico algunos momentos que resultan un poco “densos” o en donde simplemente la inspiración no estuvo tan efectiva (Ahi estas tú "Rome") y que al hacerse extensas pueden hacerte perder el interés en el disco mientras lo sigues escuchando. Pero que se corrigen, obviamente con más escuchas.
Y ojo, que como dije anteriormente, este disco también puede ser el inicio de la creación de otro estilo. por qué no, así que además de estar ante uno de los discos del año también podemos estar en un trabajo que puede ser muy influyente el día de mañana. Quién como los Low.
Puntaje del disco
2. Dancing and Blood (8,5)
3. Fly (9)
4. Tempest (8,5)
5. Always Up (8)
6. Always Trying to Work It Out (8,5)
7. The Son, the Sun (-)
8. Dancing and Fire (8)
9. Poor Sucker (8)
10. Rome (Always in the Dark) (7)
11. Disarray (9,5)
Especial para: Cuando tengas más de 48 minutos y quieras sentir algo que no habías sentido antes (algo agradable)