“Temprano despierta para ir a trabajar, el canasto en la cabeza, recorre en la ciudad. Tiene la chipa caliente para vender, todo el mundo la compra antes de tomar tereré. A pesar de penurias que hay en su hogar, dinero para el baile tiene que sobrar, piensa en el fin de semana para gozar, porque el lunes de nuevo todo vuelve a comenzar”. (Fátima Gutiérrez, Chipero Bailador. Letra: Gustavo Benitez)
El revival por la música de los 60’s y 70’s no termina y tampoco tiene límites. La curiosidad de esta generación por hurgar entre los sonidos del pasado y encontrar algo nuevo que les guste ha hecho resucitar a muchos estilos de musicales que estuvieron de moda varias décadas antes de que naciéramos y aquí en Latinoamérica el más recurrido y la preferida de todos anda siendo la cumbia psicodélica, creado en Perú por medio de la fusión de la cumbia y el surf rock (O sino pregúntenle a Bomba Estereo, Meridian Brothers o recientemente a Hit La Rosa).
Personalmente me considero un gran fan de la cumbia psicodélica, cumbia de guitarras, chicha o cumbia andina o amazonica, y diría que está en mi top 10 de géneros musicales que más me gustan por lo hipnotica que resulta (puede que haga una lista en el futuro). Como todo el mundo hispanoparlante lo conocí por Los Mirlos (Y hay que reconocer al argentino Pablo Lezcano por mantener el legado), luego Los Destellos y más adelante vinieron Juaneco y su Combo y compañía, como si una mina de oro fuera del que fui descubriendo poco a poco nuevos ejemplares. Ya saben, el típico proceso para adentrarse a la chicha peruana.
Fue por eso que quedé gratamentente sorprendido cuando me enteré que había nacido un grupo con las mismas influencias en nuestro país, lugar donde la cumbia y el rock son rivales acérrimos, pero ojo, ya no por mucho tiempo (pues uno tranquilamente puede ver ahora a Bohemia Urbana haciendo cumbia y a Qmbia Juan rompiendo una guitarra a lo Hendrix en televisión, algo está cambiando).
El primer grupo nacional de cumbia psicodelica se llama “Sonido Chuli” en donde “chuli” es una acepción para tierno, adorable y lindo. Retomando la historia, al enterarme que existían me puse a buscarlos y me encontré con la canción “El Paye” que me entusiasmó aún mas, pues era fiel al sonido que me gustaba escuchar con la etiqueta “Psicodelica”. Fue entonces que les seguí el rastro, pero en silencio, esperando un primer material para dar mi veredicto. Ese llego el 28 de diciembre del año pasado y llevaba el título de Distincion Tropical, un EP de 4 canciones, tres de ellas instrumentales.
Y… no era lo que esperaba, quede totalmente decepcionado, era diferente a la anterior canción y me parecía como ellos mismos denominan “demasiado chuli”. Entonces tome la decisión de dejarlo “reposar” por un momento con la esperanza de algún día volverlo a escuchar y tener la percepción definitiva y que sea la correcta.
En esos días se pudo notar también que el hype por la banda a nivel país creció, tanto así que ahora mismo puede decirse que son uno de los referentes de la “escena independiente nacional”. Todo el hype hizo que volviera a encontrarme con el material y ahora sí notaba como con la siguiente escucha, cual mujer seductora, me iba enamorando más y más, tanto que ahora ya no puedo vivir sin mi dosis diaria de Sonido Chuli (bueno, exagero, nadie ve a su enamorada todos los días).
Ahora estoy aquí, arrepentido para hablar brevemente de una de sus canciones, “Chipero Bailador” el nuevo hit de la banda que todavía no llegó a la radio, pero eso está a cuestión de una presentación en TV. Fue su ternura la que me terminó por atrapar, su letra sencilla que habla de un pobre vendedor de chipas (típico alimento paraguayo hecho de maíz) que debe levantarse de lunes a viernes para hacer sus ventas y así poder mantener a su familia, quedándole solo el fin de semana para hacer lo que más le gusta: ir a bailar.
La voz de Gutiérrez, la única mujer del grupo también es sencilla, no tiene ese deroche innesario de talento de normalmente las voces femeninas acostumbran añadir a la cumbia (al menos en este país) y a sus interpretaciones quitándole toda esa sencillez que merece el ritmo del pueblo. Esta interpretación en cambio, es calida y natural, como si a ésta la hubieran invitado en una farra del pueblo para subirse al escenario y a cantar, animar al pueblo mientras el chipero está ahí entre la multitud gozando (suficientes ideas para video clips por hoy)
Ese ritmo que al principio me desagradó por su parecido a la hoy “cumbia cheta” cuando esperaba más psicodelia, como ya había mencionado me conquistó poco a poco, son punteos de guitarras, rasguidos de güiros y un bajo bailarín que te abrasan y no te sueltan por tres minutos, que dibujan paisajes del campo, el poder verde, los cerros de Escobar y especialmente representa la humilde gente del interior del país.
Te reto a que en por lo menos 10 escuchas no dejarás de corear el “Chipero, chipero, chipero bailador” una de las primeras entradas nacionales a Canción del Año.
Especial para: bailarlo los fines de semana luego de la ardua rutina del trabajo
El revival por la música de los 60’s y 70’s no termina y tampoco tiene límites. La curiosidad de esta generación por hurgar entre los sonidos del pasado y encontrar algo nuevo que les guste ha hecho resucitar a muchos estilos de musicales que estuvieron de moda varias décadas antes de que naciéramos y aquí en Latinoamérica el más recurrido y la preferida de todos anda siendo la cumbia psicodélica, creado en Perú por medio de la fusión de la cumbia y el surf rock (O sino pregúntenle a Bomba Estereo, Meridian Brothers o recientemente a Hit La Rosa).
Personalmente me considero un gran fan de la cumbia psicodélica, cumbia de guitarras, chicha o cumbia andina o amazonica, y diría que está en mi top 10 de géneros musicales que más me gustan por lo hipnotica que resulta (puede que haga una lista en el futuro). Como todo el mundo hispanoparlante lo conocí por Los Mirlos (Y hay que reconocer al argentino Pablo Lezcano por mantener el legado), luego Los Destellos y más adelante vinieron Juaneco y su Combo y compañía, como si una mina de oro fuera del que fui descubriendo poco a poco nuevos ejemplares. Ya saben, el típico proceso para adentrarse a la chicha peruana.
Fue por eso que quedé gratamentente sorprendido cuando me enteré que había nacido un grupo con las mismas influencias en nuestro país, lugar donde la cumbia y el rock son rivales acérrimos, pero ojo, ya no por mucho tiempo (pues uno tranquilamente puede ver ahora a Bohemia Urbana haciendo cumbia y a Qmbia Juan rompiendo una guitarra a lo Hendrix en televisión, algo está cambiando).
El primer grupo nacional de cumbia psicodelica se llama “Sonido Chuli” en donde “chuli” es una acepción para tierno, adorable y lindo. Retomando la historia, al enterarme que existían me puse a buscarlos y me encontré con la canción “El Paye” que me entusiasmó aún mas, pues era fiel al sonido que me gustaba escuchar con la etiqueta “Psicodelica”. Fue entonces que les seguí el rastro, pero en silencio, esperando un primer material para dar mi veredicto. Ese llego el 28 de diciembre del año pasado y llevaba el título de Distincion Tropical, un EP de 4 canciones, tres de ellas instrumentales.
Y… no era lo que esperaba, quede totalmente decepcionado, era diferente a la anterior canción y me parecía como ellos mismos denominan “demasiado chuli”. Entonces tome la decisión de dejarlo “reposar” por un momento con la esperanza de algún día volverlo a escuchar y tener la percepción definitiva y que sea la correcta.
En esos días se pudo notar también que el hype por la banda a nivel país creció, tanto así que ahora mismo puede decirse que son uno de los referentes de la “escena independiente nacional”. Todo el hype hizo que volviera a encontrarme con el material y ahora sí notaba como con la siguiente escucha, cual mujer seductora, me iba enamorando más y más, tanto que ahora ya no puedo vivir sin mi dosis diaria de Sonido Chuli (bueno, exagero, nadie ve a su enamorada todos los días).
Ahora estoy aquí, arrepentido para hablar brevemente de una de sus canciones, “Chipero Bailador” el nuevo hit de la banda que todavía no llegó a la radio, pero eso está a cuestión de una presentación en TV. Fue su ternura la que me terminó por atrapar, su letra sencilla que habla de un pobre vendedor de chipas (típico alimento paraguayo hecho de maíz) que debe levantarse de lunes a viernes para hacer sus ventas y así poder mantener a su familia, quedándole solo el fin de semana para hacer lo que más le gusta: ir a bailar.
La voz de Gutiérrez, la única mujer del grupo también es sencilla, no tiene ese deroche innesario de talento de normalmente las voces femeninas acostumbran añadir a la cumbia (al menos en este país) y a sus interpretaciones quitándole toda esa sencillez que merece el ritmo del pueblo. Esta interpretación en cambio, es calida y natural, como si a ésta la hubieran invitado en una farra del pueblo para subirse al escenario y a cantar, animar al pueblo mientras el chipero está ahí entre la multitud gozando (suficientes ideas para video clips por hoy)
Ese ritmo que al principio me desagradó por su parecido a la hoy “cumbia cheta” cuando esperaba más psicodelia, como ya había mencionado me conquistó poco a poco, son punteos de guitarras, rasguidos de güiros y un bajo bailarín que te abrasan y no te sueltan por tres minutos, que dibujan paisajes del campo, el poder verde, los cerros de Escobar y especialmente representa la humilde gente del interior del país.
Te reto a que en por lo menos 10 escuchas no dejarás de corear el “Chipero, chipero, chipero bailador” una de las primeras entradas nacionales a Canción del Año.
Puntaje de la canción
Especial para: bailarlo los fines de semana luego de la ardua rutina del trabajo