“Me estoy despertando, lo siento en mis huesos. Suficiente
para que mi sistema explote. Bienvenido a la nueva era, a la nueva era, soy
radioactivo, radioactivo” (Dan Reynolds, Radioactive, 2012)
A veces pienso, nuestros padres (los normales, los medianamente
viejos que acostumbraban a salir a bailar cuando eran jóvenes, osea los
populares) tienen todos a sus bandas favoritas de su época y no son
precisamente Sonic Youth, Pixies, Joy Division o The Cure, cuando bien sabemos
que fueron aquellas las mejores bandas de su época.
En cambio, muchos de ellos escuchan a Dire Straits, Modern
Talking, A-ha, Men At Work, grupos que en algunos casos pueden ser considerados
rock, también muy buenos, pero nada comparables con los anteriormente
mencionados.
Está claro que, entre los dos grupos de bandas, el segundo
fue el que gozó de más éxito internacional, ya que en los 80’s no existía el
internet y era la radio el único medio de difusión amplia para la música. Es
por eso que nuestros padres, no acostumbrados a coleccionar vinilos, ni
enterados estuvieron que existían los The Smiths o los Beastie Boys. Hoy el
internet nos permite descubrirlos a estos monstruos incluso antes que ellos.
Esto me lleva ahora hasta el presente, donde contamos ya con
todos los medios tecnológicos posibles. Tenemos por ejemplo al streaming, con
el cual podemos encontrar música de diferente tipo a través de las plataformas,
de Ed Sheeran a Jeff Rosenstock y de Taylor Swift a Suicide. De igual manera
pese a esta igualdad de difusión sigue habiendo todavía dos tipos de música: la
mainstream y la indie.
A principios de esta década hubo grupos que intentaron rompe
esa barrera, demostrando que se podía ser alternativos y gozar igualmente éxito
comercial. Muchos murieron en el intento, mientras que a otros no les quedó
otra salida que seguir vendiendo, apostando a lo seguro. Esto último me hace
recordar de Imagine Dragons (A poco no).
Ellos, empezaron pretendiendo ser una agrupación más de la
nueva ola del indie rock, con su propuesta más pop, electrónica y hasta folk,
pero, la popularidad de sus canciones (y su fuerte potencial comercial)
hicieron que esto se vuelvan, porque no decirlo, la banda de nuestra generación
(sinceramente no hay otra que goce la misma popularidad).
Y Todo fue gracias a este disco, “Night Visions”, uno que
junto a los trabajos de Taylor Swift dio inicio a esta fiebre por publicar un
álbum a finales de un año (2012) para que arrastre su éxito al año siguiente (2013)
y porque no también al siguente de éste (2014, o me dirán que su presentación
en los Grammys de ese año junto a Kendrick Lamar no les ha traído más fans y
ventas).
Night Visions tiene los mayores hits de la carrera de los
provenientes de Las Vegas y sus canciones más conocidas por el oído joven de
nuestra generación, sin embargo, no todo pasa por ello ya que lastimosamente
les adelanto que estamos ante un disco muy irregular donde efectivamente las
pistas más exitosas destacan ante las demás.
Veamos que tenemos:
Todo comienza como es de esperarse, con su máximo hit
“Radioactive”, esa canción que hace 6 años cambio la vida de muchos adolescentes.
La intro, que ya forma parte del soundtrack de nuestro inconsciente juvenil,
hay que reconocer que es bastante buena. El rasguido de una guitarra folkie
acompañado un coro vocal que parece como si preparara a un estadio repleto para
el momento del “boom” que se da gracias a unas potentes bases dubstep (de moda
en esos años).
El paso del tiempo no fue muy generoso con la canción, yo tenía
15 años cuando lo escuché por primera vez y me parecía grandiosa, ahora no me
dice nada de nada. Igualmente, el disco empieza con todo gracias a esta pista
con también ciertos toques de rap en los versos (Y vaya que es cierto pues
luego se hizo un remix con Kendrick Lamar)
Un bajón bastante considerable viene de la mano de “Tiptoe”,
y ya eso es un pecado. No se puede poner como segunda pista una canción que
debería estar entre las ultimas, que no encaja en esta primera sección más
popera, nos desorienta totalmente. Suena a las típicas bandas alternativas
llena estadios, por ejemplo, a The Killers. Es muy repetitiva, pero gracias a
ello cuenta con fuerte potencial comercial.
Palmadas y golpes nos dan la bienvenida a “It’s Time” otra archifamosa
canción del conjunto, que va subiendo de intensidad a medida que avanza guiado
por un banjo, con la línea más recordable de esta pieza. El final no puede ser
más que un perfecto climax de un concierto multitudinario.
La balada “Demons” continúa con el torbellino de hits, en una
canción que comparte similitud con la de sus contemporáneos de “fun.” (Banda de
Nate Ruess y Jack Antonoff). Sintetizadores fuertes para un estribillo bien
pasional, ya no es de sorprender que los discos de Imagine Dragons estén
nominados a categorías como “Album vocal pop” luego de escuchar esto.
Lo mejor del álbum viene después, retomando las famosas
palmadas y sumándole un silbido como de pajaritos despertándote, dándote los
buenos días. “On The Top Of The World”, una canción que se ha vuelto como el
himno internacional del turismo, por su sonido perfecto para ir a recorrer
hasta “la cima del mundo”. Abundan videos mostrando lo mejor de un lugar
turístico con esta canción de sonando de fondo, aunque debo agregar que también
es perfecta para escucharla apenas te levantas.
Como siempre debe de haber un momento para el descanso de
medio tiempo, para ir al baño o comer algo, y es así como se siente cuando
llegan este par de pistas casi hermanas tituladas “Amsterdam” y “Hear Me”, que
vuelven a desviar una vez más al estilo del disco hacia un indie rock más
soñoliento.
La primera es una buenísima imitación de los primeros Coldplay
(hasta el título también pertenece a una canción de los ingleses) que a su vez
tomaron prestado y sin devolución el sonido del Joshua Tree de U2. Y la segunda
continua por esa vía, pero con una vena mucho más rockera que recuerda a las
bandas emo de los 2000’s. Aunque se trate de uno de los momentos más monótonos,
para mi gusto es de las partes más interesantes, pues no hay pretensión alguna
de estas piezas de ser éxitos comerciales como las anteriores, y como dije
funciona perfectamente como un pequeño descanso.
Lo que no sabíamos es que el disco terminaba allí, pues a
continuación pasamos a toparnos con los siempre desagradables, pero a veces
simpáticas pistas de relleno. Canciones hechas específicamente para completar
el elepé, consecuencia de la falta de inspiración.
La primera en dar la cara es “Every Night”, malísima, desde
su intro vocal bastante repelente hasta su estribillo sin gracia. “Bleeding Out”
no varía mucho, aunque quizás tenga una estructura diferente, como de una
canción de EMD, especialmente por el pre-coro que se eleva a una velocidad
impresionante hasta llegar el “I’m Bleeeding Out”.
“Underdog” es para matarse de risa, pero por lo menos es un
experimento, uno hacia la vertiente más electrónica que actualmente lo practican
con más empeño en canciones como “Thunder”, su último hit. El riff inicial parece
sacado del tono predeterminado de un (indestructible) celular Nokia, y no es
broma, hasta ponerlo como tono de llamadas lo quiero.
Suficiente tuvimos de rellenos, pues ya llegamos hasta la
última pista. Nos encontramos con la épica “Nothing Left To Say” que en cierta
manera nos adelantaba sobre el potencial para componer canciones para películas
que Dan Reynolds y compañía tenían. A partir del minuto 4 la calma se hace
presente en una buena sección de coros, guitarras y cuerdas que se extiende innecesariamente
hasta el minuto 6.
Luego de un silencio de 20 segundos una pista sorpresa
llamada “Rocks” empieza a sonar con cierto aire a Munford & Sons. En 2
minutos nos ofrece lo más interesante que encontramos en todo el disco. Juraría
que esa canción ya lo escuche en alguna parte, posiblemente en un videojuego de
futbol.
Así culmina “Night Visions”, el debut de Imagine Dragons que
a base de éxitos radiables los catapulto a la fama, lugar del que ya no
quisieron salir jamás si nos ponemos a escuchar luego sus siguientes discos
“Smoke+Mirrors” y “Evolve”.
Por más que sigan manteniendo la etiqueta de “banda indie”
sus propuestas actualmente ya son netamente comerciales, pero hay que recordar
que hace casi 6 años estos americanos habían sorprendido a toda una generación
de adolescentes y jóvenes, cantando sobre lo que querían escuchar, ese mérito
no les quita nadie.
Ya hablé del pasado y del presente, entonces ahora le toca
el turno al futuro, uno en dondeveo a los nuevos padres que no escuchan precisamente
a The National, Fleet Foxes o Grizzly Bear, sino estos más bien con nostalgia
recuerdan su juventud escuchando a Imagine Dragons, porque después de todo de
eso se trata, que la música vaya formando el soundtrack de tu vida por etapas,
por más diferente que sea una de la otra.
Si también me buscan en ese futuro y me encuentran, y de
paso me preguntan cuál era la música que les gustaba a los jóvenes de mi
generación, no voy a dudar en pasarles este disco.
Puntaje del disco
1. Radioactive (8,5)
2. Tiptoe (6)
3. It's Time (7)
4. Demons (6,5)
5. On Top of the World (8)
6. Amsterdam (6,5)
7. Hear Me (6)
8. Every Night (5,5)
9. Bleeding Out (5,5)
10.
Underdog (5,5)
11.
Nothing Left to Say (6,5)
12. Rocks (7,5)
Especial para: Recordar los años 2012 y
2013/Salir de paseo mientras lo escuchas