"Este álbum es tradicional con influencias pop, en cierto modo. Me gusta ese tipo de cosas. Pero una cosa en la que he estado pensando es que el movimiento Americana es tan fuerte que siento que puede ser un poco ... no sedentario, sino unidimensional. Aunque me encanta la música americana y de raíz, parece que a veces hay un concurso con cuán country o cuán tradicionalista puedes demostrar que eres". (Kacey Musgraves para Billboard, 2018)
A Kacey Musgraves la conocemos o la oímos alguna vez por ser
una estrella del country estadounidense, una de las tantas sureñas que como
Taylor Swift cumplió su sueño de ser escuchada por todo el país norteamericano.
Y así como Swift tenia potencial de ser una gran
superestrella a nivel mundial, Musgraves también la tenía desde hace mucho
tiempo (sus discos eran bien aceptados tanto por la crítica como por la gente,
y los Grammys), pero tal parece que la ex rubia no estaba muy interesada en eso; bueno,
hasta ahora.
“Golden Hour” se llama el séptimo álbum de estudio de esta
artista de Nashville que la semana pasada sorprendió a estos oídos por tratarse
de uno de los mejores álbumes con la etiqueta country que he oído por lo menos
en esta década. Evidentemente tiene su truco, que se trata de su notorio
acercamiento a no sólo al pop, sino también a unas cuantas probaditas de psicodelia, que
vuelven a este trabajo tan irresistible.
Con un ejército de compositores, músicos e instrumentos
detrás de él, este trabajo de 13 pistas está destinado a ofrecer una vez más la otra
alternativa al pop femenino que nuestro tiempo intenta que aceptemos, que es
mezclar la “americana” con el pop. Luego
de los intentos de Lady Gaga, Kesha y bueno… el lamentable último de Myley
Cyrus, se puede decir que el de mayor resultado y futuro clásico del experimento es
incuestionablemente este “Golden Hour”.
Siendo su música una mezcla entre por ejemplo Joni Mitchel con Fleetwood
Mac, estamos ante uno de los trabajos más sólidos del mainstream de lo que va del año ya sea
por su producción bien cuidada o las canciones con estribillos encantadores que
merecen ser escuchados por un espectro de gente mucho más amplio de lo que ya
tenía esta mujer. Ya los singles de adelanto venían anunciando que se venía
algo grande y no estábamos equivocados.
“Slow Burn” abre precisamente el disco a lo Joni Mitchel,
con unos rasguidos de guitarra que van creciendo a medida que aparecen las
percusiones, el particular banjo o unas cuerdas que le empapan de un aire
noventoso. La canción, como se siente, es bastante reflexiva para la cantante
que dice que “todavía le falta mucho por aprender”, al igual que suena bonita.
“Lonely Weekend” debe de ser el soundtrack de muchos de
nosotros, la rutina nos envuelve de lunes a viernes y el fin de semana como que
nos sentimos bien solos, aunque Kacey advierte que se da únicamente por un momento dado. Hablamos de un
numero pop perfecto con un solo de teclados luego del puente que resulta
simplemente alucinante. Sí, Cindy Lauper se nos viene a más de uno a la mente.
“Butterfly” como sencillo no funcionó muy bien que digamos, pero dentro
del álbum es toda una delicia, los sintetizadores como trompetas vuelven a
tomar protagonismo en un tema que por lo menos a los latinoamericanos puede
recordar un poco a Natalia Lafourcade. “Oh What
A World” posee una intro de vocooder (a que no se esperaban eso en un
disco así) que le provee de toda esa magia que intenta transmitir este tema que
habla sobre lo hermoso que es el mundo, sin olvidar que el banjo sigue
presente ante nuestros oídos.
“Mother” es un minuto de reposo para el álbum y también para
la artista que está detrás dandonos su show, en ella nos comenta cuanto extraña a su madre a quien
tuvo que dejar en su lejano pueblo para alcanzar su sueño, un momento emotivo sin
dudas. “Love Is A Wild Thing” en cambio es la canción que más o menos estamos
acostumbrados a escuchar en la música sureña, amor, guitarras y esperanza.
“Space Cowboy” nos trae un piano, uno ya espera un nuevo
“Millon Reason” o un “Rainbow” con anticipación, pero no tiene nada de eso, ésta
es más bien una pieza más convencional pero igualmente personal sobre dejar que
el amor se vaya cuando quiera irse y no aferrarse. Primer punto alto desde la apertura.
“Happy & Sad” de unas baterías programadas es otro de
los temas ensoñadores que encontramos en el álbum que concentra toda su fuerza
en el estribillo y “Velvet Elvis” es como si Lana del Rey se pusiera un
sombrero vaquero y dos trenzas, un psychedelic folk con cuerdecillas
celestiales para bailar por primera vez en el material. “Wonder Woman” la que
le sigue, en tan pero tan cursi como pegajoza y eso la convierte increíblemente uno de
los puntos altos, difícil de olvidar es su estribillo que hace juego de palabras con
los superheroes.
Y como todo gran disco tiene su temazo aquí tienen a “High
Horse”, dedicado a la gente "alzada" o con aires de grandeza. La intro
discotequera acercándose del inicio ya es motivo fuerte para enamorarse de
ella, pero toda la composición en sí es toda una maravilla dance. El coro huele
a clásico instantáneo, con la innovación de que los banjos se fusionen sobre una base
disco (y muchos más instrumentos que podemos notar si escuchamos con atención).
“Golden Hour”, la canción, les confieso entró desde ya entre mi lista de
placeres culposos del 2018 (canciones que pese a no ser de las mejores las voy
a reproducir infinitas veces porque me encantan). Qué estribillo más mágico
tiene, tanto que hasta pido permiso para volverla a cantar: “That you're my golden
houuur, the color of my skyyy, You've set my world on fireee. And I know, I
know everything's gonna be alright…” El
compás de guitarra es perfecto para acompañarte en los viajes más placenteros o
en tus horas de oro, lo que tú elijas.
“Rainbow” (Ah, así que había uno) es la balada que cierra el
telón cuando termina la función y ya todos se van (no aguardando por el final
sorpresa). Es una gran balada a piano, no hay duda, pero a estas alturas con las
tantas que ya se han escrito para que una destaque debe de ser perfecta y esta
recae en la simpleza De igual forma funciona como perfecto final para este
disco de muchas sensaciones.
“Golden Hour” es una joya, sí señor, de esas que puede ser
imperfecta y que posiblemente no ofrece mucho más de lo que ya se ha visto,
pero que era justo lo que necesitábamos este año, canciones pop que nos
hicieran creer que lo tradicional tiene futuro pese a los avances de la
tecnología en la música que domina al mainstream (Hasta Taylor Swift ahora hace
trap).
“A new star is born” en este difícil mundo (lleno de ego)
del pop y se llama Kacey Musgraves, la dama que, así como muestra la portada
nos regala un abanico de todas sus emociones y experiencias que conectan con el
público que incluso antes no la conocía muy a fondo (como yo) y que promete ser
una firme candidata a quedarse con uno de los discos del año.
Puntaje del disco
1. Slow Burn
(9)
2. Lonely Weekend (8,5)
3. Butterflies (8,5)
4. Oh, What a World (8)
5. Mother (8)
6. Love Is a Wild Thing (7,5)
7. Space Cowboy (8,5)
8. Happy & Sad (8)
9. Velvet Elvis (8,5)
10. Wonder Woman (9)
11. High Horse (9,5)
12. Golden Hour (9)
13. Rainbow (7,5)
Especial para: Escucharlo al aire libre, sentir el soplido
del viento, el ambiente de los árboles, el olor a pasto...